"El Deporte y el Management"


“El deporte puede cambiar el mundo”
Nelson Mandela

     El deporte y la actividad física tienen una destacada función social y de superación personal, que los convierten en un instrumento con un enorme capacidad de movilización y convocatoria, algo que es especialmente aprovechado por las organizaciones deportivas. Sus valores y su implantación en la cultura, hacen que sea un elemento importante de análisis tanto del punto de vista social como económico. Con respecto al liderazgo tanto en la empresa como en el deporte prevalece una máxima

“No hay equipo sin líder, ni líder sin equipo”.
Liderazgo

     Pero ¿cómo se manifiesta ese liderazgo? Tanto en las empresas como en el deporte, el liderazgo se relaciona con la capacidad de influir en las personas para que trabajen con entusiasmo en la consecución de los objetivos comunes. Se impone, pues, en ambas disciplinas gestión empresarial y deportiva una especialización que garantice la capacidad necesaria para afrontar los inminentes cambios de los diferentes sectores, es decir, gestores con talento para afrontar los posibles cambios.

     Empresa y deporte invitan a aprender una del otro y viceversa. Sobre todo, el deporte de alto desempeño y en la empresa del mismo apellido, dos modelos muy competitivos basados en los mismos principios: una estrategia ganadora, un equipo de verdad, emociones adecuadamente canalizadas, el empeño (tenacidad, perseverancia, espíritu de sacrificio) y un sabio equilibrio entre flexibilidad y claridad de ideas. Todo ellos, con una actitud profundamente ética.

     Modelos: las mejores selecciones del mundo, los mejores deportistas de elite, trabajan sobre un enfoque claro de lo que quieren conseguir y de cómo lograrlo. Se plantean una estrategia, con distintos escenarios, y la ejecutan minuciosamente, a rajatabla. En los equipos, los entrenadores eligen a los jugadores más capaces y comprometidos en aprovechar al máximo ese modelo, prescindiendo de las vacas sagradas, individualidades insolidarias, cuyos egos eliminarían el espíritu de equipo. En las organizaciones ganadoras, el modelo de negocio (el modo de hacer las cosas para tener éxito) no se improvisa, ni se modifica sobre la marcha, ni se esconde en la cabeza sólo d los grandes jefes. Se comunica, se detalla y se perfecciona en los comportamientos del día a día, en el modo de “jugar los partidos”.

Empresa y deporte

     ¿Hasta qué punto se parecen empresa y deporte?  Desde la experiencia con cientos de empresas y con la gestión deportiva, en contacto con los mejores profesionales del entorno del deporte,  ambos mundos se parecen… y no se parecen a la vez. Si pensamos en las cualidades que según los expertos se piden a los mejores líderes empresariales (tenacidad y constancia, capacidad de negociación, discreción y sobriedad, flexibilidad y dinamismo, accesibilidad, dirección de equipos, ser competente, visión estratégica, buen gestor, buen comunicador, impulsor ético) no difieren apenas de los grandes deportistas.

     Sin embargo, no se parecen demasiado la práctica deportiva aficionada y la mayor parte de las organizaciones empresariales. Se parecen (y mucho, como hemos visto) los deportistas de alto nivel con las empresas de alto rendimiento.

No basta con ganar, hay que perseguir un sueño

    El ser humano es, en muchos aspectos, contradictorio. De una parte, nos encanta llevar lo conocido al inconsciente, porque la consciencia consume mucho oxigeno, de allí nuestro interés por la estabilidad, por la certidumbre, por la inercia. Por otra parte somos el único ser vivo capaz de pensar en el futuro, de imaginarlo, de visualizarlo, de proyectarnos hacia él. Esta es precisamente una de las esencias del liderazgo: dotar a la organización, al equipo y a uno mismo de un reto ambicioso, ilusionante. Convertir el proyecto futuro en aventura

“es un salto hacia la plenitud, la aventura es el tiempo lleno. Es tiempo que ya no es oro, sino autentica riqueza, el tiempo que no sirve de justificación a ningún salario, el tiempo imposible de comprar o de vender; el el tiempo que no se pierde, que no pasa, que no hay que matar -¡no es el ocio!- es el tiempo que no es tiempo sino eternidad o, mejor, es el tiempo intensivo, el tiempo apasionado…”
Fernando Savater

El talento, en la empresa de alto rendimiento y en el deporte de alta competición, es capacidad por compromiso. Y el compromiso, para que exista, necesita un reto que merezca la pena.

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